ANTONIO ARCO escribe sobre LAS REINAS DEL ORINOCO

‘LAS REINAS DEL ORINOCO’

Lola Martínez y Esperanza Clares, dos ‘vedettes’ perdidas del todo

04.06.10
ANTONIO ARCO aarco@laverdad.es |

Dirigidas por Antonio Saura, las actrices de Alquibla Teatro vuelven a representar 13 años después ‘Las reinas del Orinoco’
TEATRO

En un barco a la deriva, Mina y Fifí navegan en busca de una esperanza, un futuro mejor y una caricia del destino
Hay canciones, dolor, mucho humor, nostalgia, lágrimas y una amistad que sobrecoge al público
«Nuestro objetivo es divertir y emocionar al público con el trabajo que nos divierte y emociona a nosotros», dice Antonio Saura

‘Las reinas del Orinoco’ no dejan indiferente: te conquistan y al final… Teatro de emociones, te divierte y te hiere. ‘Las reinas del Orinoco’ es una comedia amarga del mexicano Emilio Carballido que permite al espectador conocer a dos personajes muy especiales: Mina y Fifí, dos ‘vedettes’ de tercera fila, como mínimo, subidas a un barco a la deriva que recorre el Orinoco. Un viaje, convertido en metáfora de la vida, que mañana podrá disfrutarse, en el Centro Cultural de Guadalupe, durante la sesión de clausura de las VI Jornadas de Teatro. Para Lola Martínez y Esperanza Clares, las actrices de la compañía murciana Alquibla Teatro que, a las órdenes de Antonio Saura, dan vida en escena a estos ‘ilustres’ personajes, es un regalo esta función, en la que se entregan como si realmente, cada noche, fuese la última de sus vidas. Son compañeras de escenario hace muchos años, y amigas desde hace el mismo tiempo. Comparten mil complicidades.
Se piropean, se quieren Esperanza Clares y Lola Martínez, se respetan, se conocen bien, se consuelan y, sobre todo, se alegran la vida agridulce la una a la otra. Les une la pasión por el teatro, una fortificada amistad de años y el deseo de seguir caminando, aunque sea por el filo del acantilado, juntas. Actrices las dos, nacidas ambas en Algezares y el mismo año: 1964. Las dos vitalistas, las dos con un látigo escondido, por si acaso, en las mazmorras; las dos entregadas desde hace años al mismo director de escena: Antonio Saura; bueno, la que más entregada está es Esperanza Clares, que además se caso con él y dio a luz a Alba.
Y las dos miembros distinguidos de Alquibla, que, el pasado 17 de febrero, en la universitaria Sala Isidoro Máiquez, rescató para los escenarios uno de sus más grandes, y emocionantes, éxitos: ‘Las reinas del Orinoco’, precisamente. Una función que, trece años después, regresa como un humilde regalo escénico.
En ‘Las reinas del Orinoco’, Lola Martínez (Mina) y Esperanza Clares (Fifí) dan vida a esas dos ‘vedettes’ de tercera fila, como mínimo, que en un barco a la deriva navegan por el Orinoco en busca de una esperanza, un futuro mejor y una caricia del destino. Un fuerte soplo de humanidad en carne viva en el que hay canciones, música, humor, nostalgia, lágrimas, dolor y una amistad que sobrecoge. ¡Ah, y agua!
Esperanza Clares está entusiasmada con esta función, de la que jamás olvidó esta frase de su personaje, Fifí: «No se ha acabado nada. Falta lo más hermoso todavía». Hace 13 años que ‘Las reinas del Orinoco’ proporcionaron a Alquibla un gran éxito, y ahora han vuelto, para embarcarse en otra aventura cuajada de emociones fuertes, aprovechando que «las dos estamos estupendas del todo, aún podemos levantar los brazos, incluso también las piernas, y todavía a ninguna se nos ha descolgado nada», indica entre risas Clares, quien añade: «Estamos que nos salimos, lo que no sabemos es por dónde vamos a salir».
Se comen el mundo: maduras, divertidas… «Hemos envejecido un poco, pero volvemos a estar donde estábamos: dudando, buscando, luchando…», dice Antonio Saura, encantado de dirigir nuevamente a sus -dos- fieras. En tiempos de crisis, conviene sumar fuerzas para intentar no naufragar.
Porque 2010 no está siendo un año fácil. Año de crisis, de esperas de contratos, de esperanza en que mejore el panorama económico y los teatros programen con más alegría. Un año duro también para Alquibla, que en 2009 celebró por todo lo alto sus 25 años de vida, de historia, de amor por el teatro. Pero ni borrachos de vino y rosas, ni en un momento anímico de máximo bajón, ni locos perdidos de remate, ni de broma pesada dirían ellos lo que proclama el personaje de Estragón nada más arrancar la obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett: «¡No hay nada que hacer!». ¿Cómo que no? Hay mucho por hacer, por vivir, por sentir, por divertirse, por conocer, por arriesgar, por mejorar, ¡por todos los santos del cielo!
Alquibla celebró sus 25 años de existencia y de sueños regalados embarcándonse en un ambicioso y costoso montaje que estrenaron, en agosto, en la pasada edición del Festival Internacional de Teatro y Danza de San Javier: ‘Tartufo’, de Molière, cuya versión firmó César Oliva. Un ‘Tartufo’ de altos vuelos para una compañía que nació un 23 de junio de 1984, en Algezares, con ‘En un café de La Unión’, de Luis Federico Viudes. Desde entonces ha llovido mucho.
«Al principio nos pusimos muy nostálgicos, porque son muchos años…», recuerda Saura, pero «de pronto -recuerda- todos estuvimos de acuerdo en algo: lo mejor no es lo que hemos vivido, sino todo lo que nos queda por vivir». Ni él, ni Esperanza Clares, ni Lola Martínez pudieron olvidarse nunca de este canto a la vida que es ‘Las reinas de Orinoco’, una emocionante apuesta por no perder la esperanza.

Experiencia

Reponer la función ha sido una decisión de Alquibla que les está proporcionando satisfacciones y buenas expectativas de trabajo una vez que pase de largo el verano infernal que nos espera a todos.
Alquibla sabe bien lo que se hace: 26 espectáculos estrenados, sin contar los montajes infantiles y juveniles, y algunas colaboraciones para otras productoras, hacen que sus miembros se manejen con experiencia y soltura. Además, les gusta apostar fuerte, como hicieron con ‘Tartufo’, una ración de Molière para este tiempo de crisis hasta en la sopa boba que se nos va a quedar fría del disgusto. Una sátira para divertirnos un rato, ellos y nosotros, hablando de nuestro jodido mundo.
Teatro contra el desánimo. Teatro hecho con esmero. «Ni he perdido la fe en el teatro, ni ha decaído mi pasión por él. Es mi oficio y mi forma de vida, y cada espectáculo nuevo que hemos ido haciendo me ha renovado la ilusión y las ganas», indica Saura, más experimentado y menos inocente: «Con la inocencia pasa como con la virginidad, que cuando la pierdes ya no la recuperas nunca». Según Peter Brook, «la clave está en no buscar el éxito a toda costa». A Saura esta reflexión le encanta: «Más que el éxito, nuestro objetivo es ser coherentes, ser felices, apostar por el riesgo estético y empresarial, y divertir y emocionar al público con el trabajo que nos divierte y emociona a nosotros».

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