Archivos mensuales: marzo 1996

Estreno: 1 de marzo de 1996. Sala Isidoro Máiquez. Universidad de Murcia.
Última representación: 5 de septiembre de 1997. Jornadas de Teatro de Águilas (Murcia.)
AUTO
Autor: Ernesto Caballero
Dirección escénica: Antonio Saura
Interpretado por Esperanza Clares, José Antonio Sánchez, Lola Martínez e Inmaculada Illán (*Inma Rufete.)
Espectáculo coproducido con la SALA ISIDORO MAIQUEZ. Universidad de Murcia
AUTO es una forma de resolución judicial, fundada, que decide cuestiones para las que no se requiere sentencia.

AUTO es el nombre dado en Castilla durante la Edad Media a representaciones escénicas (actos) de no muy extensa acción, que se desarrollan en una jornada y en las que intervenían por lo común personajes bíblicos o históricos.

AUTO es una representación dramática alegórica en un acto, referente al misterio de la Eucaristía, que se representa el día del Corques Christi o durante su octava.

AUTO es un diminutivo de automóvil.

AUTO, según Freud, es un “sicoanálisis realizado sobre uno mismo”.

AUTO, según Antonio Saura, es una comedia amarga.

AUTO, según Ernesto Caballero, es todo eso, pero mucho más.

Alquibla Teatro. Murcia, febrero de 1996

SOBRE LA OBRA
AUTO, obra escrita en 1992, es una comedia amarga (horriblemente cómica diría Samuel Beckett de su obra Esperando a Godot la última producción de ALQUIBLA TEATRO). El mismo título de la obra –de un gran acierto dramatúrgico- nos muestra la complejidad creativa del autor, y como no, su gran sentido del humor. AUTO tiene múltiples acepciones:
– Forma de resolución judicial, fundada, que decide cuestiones para las que no se requiere sentencia;
– Nombre dado en Castilla durante la Edad Media a representaciones escénicas (actos ( de no muy extensa acción, que se desarrolla en una jornada y en las que intervenían por lo común personajes bíblico so históricos;
– (sacramental) representación dramática alegórica en un acto, referente al misterio de la eucaristía, que se representa el día del Corpus Christi o durante su octava;
– (análisis) psicoanálisis realizado sobre uno mismo;
– automóvil, coche, vehículo.
En AUTO encontramos todas las acepciones de significado a la vez. Es un auto pagano, en este caso referido al tercer sacramento: la Penitencia o confesión de las culpas para alcanzar la salvación. Como si de un juicio se tratase, los personajes, tras sus primeras declaraciones, en un hábil proceso de auto-análisis terminarán auto-inculpándose. No hay en este auto un Dios que juzgue –aquí no viene ni Dios dice la esposa al final de la obra-. Los personajes se juzgan a sí mismos. Y por último el automóvil, el coche del marido –la única víctima según su propietario- símbolo fetiche de una sociedad machista, el bien terrenal más preciado de la sociedad capitalista, y espacio físico en donde los personajes, aún en vida, pronunciaron y oyeron sus últimas palabras: AQUÍ, AQUÍ ME BAJO.
En la obra nada ocurre, todo se rememora, no hay acción. La auténtica peripecia de la obra es darse cuenta de lo que sucedía y venía sucediendo y finalmente descubrir que y ano puede suceder nada y que eso implica que no existe final. Con un extraordinario dominio de la intriga y el suspense (judicial-policial), el autor nos presenta a cuatro personajes en una situación fronteriza, que permitirá indagar en la complejidad de comportamiento y reacciones del hombre ante situaciones desbordantes. AUTO es una vuelta de tuerca en la profundización sobre el conflicto de la condición humana en nuestras sociedades. Los personajes son EL MARIDO ,LA ESPOSA, LA CUÑADA Y LA AUTOESTOPISTA. Curiosamente – señala orgullosa la actriz Lola Martínez- los personajes femeninos superan a los masculinos (tres contra uno). Los cuatro están muertos cuando comienza la obra, pero ellos aún no lo saben. Sólo lo descubrirán al final: estamos bien muertos son las últimas palabras de la obra pronunciadas por EL MARIDO.
Los personajes continúan en el umbral que separa la vida de la muerte, conservando sus deseos, sus pasiones, sus propias contradicciones, que les arrastran a la pura ironía y uqe hacen que la acción trágica de la muerte por accidente, roce una comicidad especial que hace doblar la mueca de la risa al espectador. Los cuatro esperan (como los personajes de Esperando a Godot) la llegada de alguien que no llegará. Esperan inmersos en una extraña soledad y angustiosa desesperanza. No saben dónde están, no recuerdan casi nada. Mientras esperan, rememoran los motivos por los que se encuentran allí. Comienzan a comunicarse estos cuatro seres que han sido víctimas de la incomunicación: hablando se entiende la gente dirá uno de ellos al final.
Dice Ernesto de sus personajes: partiendo de un referente realista, acaban yéndoseme a no sé adónde, se me escapan lugares no previstos, se recubren de esa dimensión simbólica y funcionan de otro modo al esperado.
Los cuatro personajes de AUTO rebosan HUMOR Y TERNURA, son hombres y mujeres representativos de la clase media española, filtrados por la visión ácida de la sociedad de ERNESTO CABALLERO.

Fulgencio Martínez Lax
Profesor de dramaturgia
Escuela superior de arte dramático de Murcia
Marzo, 1996

ALQUIBLA EN AUTO

AUTO de Ernesto Caballero, es un encargo de César Oliva (Vicerrector de Extensión Universitaria de la Universidad de Murcia) para el I CICLO DE AUTORES ESPAÑOLES «5 AUTORES DE HOY».

El espectáculo nace como coproducción entre ALQUIBLA TEATRO y la UNIVERSIDAD DE MURCIA, y contó con la colaboración de la SALA ISIDORO MAIQUEZ y el CENTRO CULTURAL DE TORREAGÜERA.

Ensayado entre los meses de Enero y Febrero por un equipo habitual de la compañía, formado por Antonio Saura -Director escénico y director de Alquibla-, y los actores/actrices Esperanza Clares, Lola Martínez, Inma Rufete y Jose Antonio Sánchez, AUTO se estrena el 1 de marzo de 1996 en la SALA ISIDORO MAIQUEZ. Permanece programado durante un mes -caso excepcional en el teatro murciano-, tras haber tenido que prorrogar 15 días. El porcentaje de ocupación de la Sala (de 120 localidades) ha sido del 100%. La acogida de público y crítica murciana fue extraordinaria.

Posteriormente ha realizado bolos por toda la Región de Murcia. Fue presentado en el TEATRO ROMEA de Murcia el DIA MUNDIAL DEL TEATRO. Ha sido programado en la Red de Centros Culturales del Ayuntamiento de Murcia, y ha participado en las Muestras de Teatro de Pozo-Estrecho, San Pedro del Pinatar, Totana, Mula, Bullas, Aguilas, Los Urrutias, Caravaca, etc… siendo presentado en Agosto en el FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO, MUSICA Y DANZA DE SAN JAVIER. Se incluye también en la programación de la SEMANA GRANDE DE CAJAMURCIA 96. En septiembre del 97 ha clausurado el curso La creación escénica española actual de la Universidad del Mar, ante prestigiosos autores y directores españoles.

Con Auto, la compañía ha sido seleccionada por el Consejo Asesor de Teatro de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, para el programa Intercambios Teatrales 97/98, teniendo prevista la realización de representaciones por diferentes comunidades autónomas españolas. AUTO ha sido incluido en la Campaña de Teatro del Gobierno Vasco 97/98.

ERNESTO CABALLERO

Ernesto Caballero nace en Madrid en 1957. Tras cursar estudios de Filosofía y Letras, ingresa en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, de donde sale titulado en 1982. Desde el siguiente año dirige los espectáculos de la compañía Producciones Marginales, estrenando con ella algunas de sus propias obras. Además de autor y director, actualmente es profesor de interpretación en la mencionada Escuela. Su trayectoria en el mundo teatral se desarrolla por tanto como autor, director y profesor.

Como autor, pertenece a lo más selecto de los autores jóvenes en el intento de renovación de la escena española. Encabeza una nómina formada entre otros, por Marisa Ares, Alfonso Armada, Sergi Belbel, Antonio Fernio Onetti, Paloma Pedrero, Alfonso Plou, Pilar Pombo, María Manuela Reina, Antón Reixa, Carmen Resino, Maxi Rodríguez y Etelvino Vázquez (estos sin duda han sido los más presentes en estrenos y publicaciones), todos nacidos entre el 57 t 65, y cada uno de ellos con su particular manera de entender la creación teatral. Los más consolidados son Belbel, Caballero y del Moral. Todos son autores formados en la resaca posfranquista advierte del Moral en el prólogo a la obra Squash de Ernesto, pero aplicable a todos ellos, incluido el mismo. Es decir, son autores más preocupados por el hombre y la sociedad, que por cuestiones de carácter político.

Juan Antonio Vizacaíno (Primer Acto, nº 251, pp- 28 a 33) presenta a Ernesto Caballero como un gran conocedor de la historia del teatro, con una constante revisitación de los clásicos españoles del Siglo de Oro , como Lope y Calderón – de este último aprenderá a hablar de la significación del hombre dentro del mundo-, y claramente interesado por tres dramaturgos europeos del siglo XX: Samuel Beckett, por su sentimiento metafísico del hombre en la sociedad; Ionesco, por su corrosión de los valores sociales y humanos; y Priestley, por su relativización del concepto de tiempo en el teatro. También el teatro metafísico de Pirandello, (…) Del último siglo, Strindberg es el autor que más le interesa por el apasionamiento de su teatro y por los conflictos y las situaciones dramáticas que viven sus personajes (…) Ernesto ha reconocido también su admiración por la obra de Jardiel Poncela y Gómez de la Serna. El teatro de Ernesto Caballero –prosigue Vizacaíno- constituye una obra que desde un principio se ha manifestado personal y certera en su teatralidad y en el afán de construir un universo dramático cada vez más pleno. Uno de los primeros elementos que demostraron su habilidad teatral fue la innata capacidad para dotar de humor, ironía, sarcasmo y ternura a sus personajes. Claves realistas conviven en sus obras con una sugerente poética escéncia que nunca ha abandonado su medida justa par ano desequilibrar la teatralidad. El afán de transmitir ideas contando historias, ha obligado a Caballero a buscar una forma – tanto de lenguaje como de escenario – acorde con los presupuestos de su mirada diseccionadota para generar una atmósfera dramática precisa, capaz de traslucir teatralmente sus inquietudes o la nebulosa perspectiva de sus conclusiones. Su teatro es de alguna manera un teatro clínico, un laboratorio científico-teatral donde todos somos enfermos de un mismo mal: nuestra sociedad.

Pero el gran hallazgo creativo de Ernesto Caballero no está sólo en haber encontrado la síntesis entre el humor y la poesía, ni en la visión ácida del mundo que nos aporta, como se ha afirmado en ocasiones, sino en escribir un nuevo teatro para nuevos espectadores y nuevos espacios. Un teatro que no precisa de gigantescos decorados, ni cientos de focos: últimamente ando muy preocupado por el fenómeno de la comunicación teatral, ello me ha ido llevando hacia un discurso, un tanto radical, desde el que considero superfluo todo adorno escénico para concentrarme en contar una comedia, una función. Un poco como rescatar la vieja tradición pero dándole la vuelta (…) expresa en una entrevista a Primer Acto el autor. Ernesto escribe un espectáculo más que un texto literario, en donde el espacio es utilizado como elemento más del lenguaje: Una sala de espera. Aparecen cuatro personajes. Es todo lo que pide el autor para esta obra. Todos los ingredientes precisos para el hecho teatral: una historia, unos personajes, un espacio y un tiempo. Sólo nos falta el espectador: Los excesos del esteticismo teatral hacen cierto eso de que “Las ramas impiden ver el bosque” (…) hemos olvidado por completo aquello que verdaderamente justificaría nuestro trabajo: el espectador. Así que me he planteado volver a dirigir la mirada al espectador y decir “qué pasa”. Eso es todo.

Ernesto Caballero combina perfectamente la teoría con la práctica, y todas sus inquietudes formales aparecen en sus textos/espectáculos, y sobre todo en la palabra. No desecha la palabra en virtud del movimiento, gesto y otros lenguajes de comunicación teatral, sino que la integra en el trabajo puro de interpretación, convirtiéndola en acción dramática. No podemos dejar de entrever la magistral lección que nos dejó Samuel Beckett en la obra de Ernesto Caballero sobre las acciones físicas y la palabra hablada. Para Ernesto la palabra es acción hablada: creo firmemente en esa definición de la palabra que hizo Pirandello como “accione parlata”, acción hablada (…) hemos nacido con la sintaxis de la televisión (…).

Las obras de Ernesto Caballero se encuentran menos cómodas en los preciosos teatros isabelinos de mil y pico espectadores, y más felices en salas alternativas de mediano o pequeño formato, en donde existe la proximidad física entre el actor y el espectador, la lágrima del actor es real, el perfume de la actriz embriaga con su aroma al espectador, el arte de la interpretación está regido por la contención y no por la sobreactuación, por la sutileza y no por la exageración, por las vivencias reales y sinceras de la ficción. En este teatro, el actor suda la camiseta y el autor no le da tregua, y al director no le permite disimular una mala interpretación de la actriz favorita con un magnífico vestuario/decorado/iluminación. En AUTO los personajes no salen en ningún momento de escena. La línea de acción interpretativa es continua. La actitud permanente. Es un juego tormentoso en el que o ganas mucho o lo pierdes todo, pero no existen tablas. Este es un teatro realizado en salas que no precisan de butacas rojas aterciopeladas, ni acomodadores, y uno va bien cómodo con sus pantalones vaqueros. El de Ernesto Caballero es un teatro que capta un público generalmente alejado de los teatros, más joven, con más inquietudes, más culto, que desea una escena más cercana a su propia existencia. Entonces es cuando el Teatro es vida. Un teatro de la verdad y no de la mentira.

Las obras más representativas del autor son:

Antártica (1892)
Autopista (1983)
Rosaura. El sueño es vida, mileidi (1984)
El cuervo graznador grita venganza (1985)
La permanencia (1986 –en colaboración con Daniel Moreno-)
Operación Feniscolta (1988)
Squash (1988)
Sol y sombra (1989)
Retén (1991)
Nostalgia del agua (1991)
Y todo por nada (1991)
Auto (1992)
Vanitas (1992)
La última escena 81993)
Rezagados (1993)

Las obras de Ernesto Caballero se encuentran menos cómodas en los preciosos teatros isabelinos de mil y pico espectadores, y más felices en salas alternativas de mediano o pequeño formato, en donde existe la proximidad física entre el actor y el espectador, la lágrima del actor es real, el perfume de la actriz embriaga con su aroma al espectador, el arte de la interpretación está regido por la contención y no por la sobreactuación, por la sutileza y no por la exageración, por las vivencias reales y sinceras de la ficción. En este teatro, el actor suda la camiseta y el autor no le da tregua, y al director no le permite disimular una mala interpretación de la actriz favorita con un magnífico vestuario/decorado/iluminación. En los personajes no salen en ningún momento de escena. La línea de acción interpretativa es continua. La actitud permanente. Es un juego tormentoso en el que o ganas mucho o lo pierdes todo, pero no existen tablas. Este es un teatro realizado en salas que no precisan de butacas rojas aterciopeladas, ni acomodadores, y uno va bien cómodo con sus pantalones vaqueros. El de Ernesto Caballero es un teatro que capta un público generalmente alejado de los teatros, más joven, con más inquietudes, más culto, que desea una escena más cercana a su propia existencia. Entonces es cuando el . Un teatro de la verdad y no de la mentira.
Pero el gran hallazgo creativo de Ernesto Caballero no está sólo en haber encontrado la síntesis entre el humor y la poesía, ni en la visión ácida del mundo que nos aporta, como se ha afirmado en ocasiones, sino en escribir un nuevo teatro para nuevos espectadores y nuevos espacios. Un teatro que no precisa de gigantescos decorados, ni cientos de focos: (…) expresa en una entrevista a Primer Acto el autor. Ernesto escribe un espectáculo más que un texto literario, en donde el es utilizado como elemento más del lenguaje: . Es todo lo que pide el autor para esta obra. Todos los ingredientes precisos para el hecho teatral: una historia, unos personajes, un espacio y un tiempo. Sólo nos falta el espectador:

Ficha Artística

AUTO
Autor. ERNESTO CABALLERO
Espacio escénico, iluminación y dirección escénica ANTONIO SAURA
Reparto:

ESPOSA Esperanza Clares
CUÑADA Lola Martínez
AUTOESTOPISTA Inmaculada Rufete
MARIDO José Antonio Sánchez
Fotografía: Alberto García / Ester Candela
Diseño cartel: César Oliva

Ficha Técnica

Técnicos en gira:
Técnico de iluminación Jesús Martínez
Técnico de Sonido Diego García
Técnico de Montaje Salvador Miguel Ruiz Saura
Dirección de Producción Esperanza Clares
Producción D.A.D.O. Producciones Teatrales, S.L.

Entidades colaboradoras:
Coproducción con la Universidad de Murcia / Sala Isidoro Maiquez..
Colaboración del Centro Cultural «Antonete Gálvez» de Torreagüera (Murcia.)
Subvención a Gira por la Consejería de Cultura Región de Murcia.
Programado en la Semana Grande de CajaMurcia.
Programado en los Centros Culturales del Ayuntamiento de Murcia.
Incluido en la Campaña de Teatro del Gobierno Vasco 97/98.