TANTO PORVENIR en la Revista COOL-TURA

Antonio Saura, director de Alquibla Teatro, escribió en junio de 2009, para la Revista COOL-TURA, nº 3, sobre los veinticinco años de la compañía.

TANTOPORVENIR
25 años de alquibla teatro

<<…el auténtico desafío surge cuando el objetivo no es el éxito,
sino despertar significados íntimos sin tratar de gustar a toda costa>>
Peter Brook

¡25 AÑOS!

Veinticinco años han transcurrido desde que la nave de Alquibla zarpase a través del Mediterráneo. Un viaje de veinticinco años (más de los que empleó Ulises para su regreso a Ítaca) de dura lucha -en la que muchos han quedado en el camino- contra nuestro mayor enemigo: el tiempo; el que transcurre inexorablemente. Pero somos valientes como Agamenón… o locos, como Robín. Y por eso nuestras voces se oyen con fuerza, a pesar del mucho ruido.
Un devenir de ilusiones renovadas y sueños logrados, con la mirada atenta a las enseñanzas de Shakespeare, que nos mostró al hombre, Brecht, que le dio el color político y Beckett, que aportó la dimensión metafísica, siempre con la ilusión utópica de un teatro necesario y en compañía de lo mejor de la dramaturgia nacional y regional.
Una travesía -en la que hemos arribado en extraordinarios, exóticos y seductores puertos-, a caballo entre la tradición y la innovación, basada en la coherencia y calidad por encima de los mejores o peores resultados de un espectáculo, y sustentada en tres pilares básicos: el compromiso ético y estético, el alto riesgo empresarial y las señas identitarias (como hombres y mujeres atentos a nuestras raíces mediterráneas).
Sin duda, una lucha ganada del “teatro de la emoción” contra el “teatro de la evasión”.
A lo largo de mi trayectoria he dialogado mucho con gentes que, de una u otra manera, han estado presentes en mi formación: es el caso de César Oliva, con el que mantengo veinticinco años de amistad y de continuos encuentros y, porque no, de sanos desencuentros, y de Antonio Morales, el hombre de teatro al que he considerado mi maestro.
He recorrido los clásicos grecolatinos como Esquilo, Sófocles, Eurípides y Séneca, el XVI con Cervantes y Lope de Rueda, el XVII a través de Shakespeare y Molière, el XVIII de Beaumarchais a Laclos, el XIX con Büchner y Rostand, el XX de Beckett, Brecht, Carballido, García Lorca y Wilde, así como los contemporáneos nacionales Alonso de Santos, Ernesto Caballero, José Ramón Fernández, Rafael González, Francisco Nieva, Laila Ripoll o Francisco Sanguino, en un repertorio destinado a público adulto, juvenil e infantil.
Mi defensa de la dramaturgia regional ha ido más allá de vacíos discursos: desde presupuestos estéticos, pero sobre todo económicos de la compañía, he realizado las puestas en escena de obras de Luís Federico Viudes, Lorenzo Píriz-Carbonell, Fulgencio M. Lax y Ginés Bayonas. Además, dramaturgos regionales como Fuensanta Muñoz Clares, Fulgencio M. Lax, Ángel-Luis Pujante, Esperanza Clares o Diana de Paco han realizado versiones de nuestros espectáculos.
En otro nivel de autorías he dialogado con los músicos Ahmed Hamdaoui, Luís Muñoz Clares o Marcial Picó y, desde 1993, con Salvador Martínez, compositor de la música original de casi todos mis espectáculos.
Me considero hombre de equipo –el teatro es un arte colectivo- y por ese motivo he desarrollado mis puestas en escena a lo largo de los años, con un núcleo de creación estable de actores y actrices. De entre todos ellos, necesito destacar la relación artística, sentimental y empresarial con la actriz y dramaturga Esperanza Clares. Es mi compañera, amiga y “jefa”, por la que siento verdadera pasión y sin la que no habría podido desarrollar mi carrera profesional gracias a su lúcida aportación apolínea –virtud de la que carezco-. Además es madre de mi hija Alba. 
No quiero dejar de mencionar a algunos de esos actores y actrices: Lola Martínez, que como en los preceptos matrimoniales está a mi lado “en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad”; José Antonio Liza, Jesús Belmonte e Isabel Clares, con los que empecé, pero que tomaron otros derroteros profesionales; Alfredo Zamora y Antonio M.M., que en su ir y venir, guardaron siempre un hueco para esta familia que los recibía con los brazos abiertos; Nacho Vilar, Sergio Alarcón y Paco Gascón, un trío ausente hoy, pero núcleo fundamental en la primera formación estable de la compañía –con Nacho sigue “abierta contratación”-; Jacobo Espinosa y Susi Espín, cuya juventud impregna siempre de buenas vibraciones nuestra convivencia; Ángeles Tendero y Julio Navarro Albero, que a pesar de ser los penúltimos en llegar, consiguieron hacernos creer que llevaban toda la vida con nosotros y Pedro Segura, el último “gran fichaje” de Alquibla -incorporado desde lo artístico pero involucrado en la producción-. De los muchos técnicos que han pasado por la compañía guardo un especial recuerdo de tres de ellos: Pedro Pujante, Gloria Cerezo y Jesús Palazón. En este personal homenaje, quede expresa mi admiración por todos cuantos han hecho posible la decidida apuesta por la espectacularidad escenotécnica, en base a las nuevas tecnologías en iluminación, sonido y audiovisual, en las que el técnico es el gran protagonista y responsable de los buenos resultados obtenidos.
Actores, actrices y técnicos son los que mejor me conocen. Los que me han sufrido en los momentos más caóticos: el proceso de creación de un espectáculo, ensayos y estrenos; con ellos he compartido furgoneta y avión, pensiones y hoteles, servicios de gasolinera y extraordinarios restaurantes, pero sobre todo, una pasión.
Pero lo mejor no es lo pasado, sino todo lo bueno que nos depara el futuro. Porque hace algunos años nos grabamos a fuego la frase de Emilio Carballido <<no se ha acabado nada, falta lo más hermoso todavía>>.
Y es que a nosotros, los alquibla, nos queda TANTOPORVENIR…
<<Y así, sea como sea, todo llegará a su fin, tal y como fue fijado>>

ANTECEDENTES
El germen teatral que brota en los jóvenes alquiblas, surge con la transición democrática y hasta los primeros años ochenta (con el movimiento contracultural conocido como la movida).
Hasta mediados de los años 70, en la pedanía de Algezares, y en torno al desaparecido Teatro Sanbar
[1], explosionó la enorme tradición teatral que había caracterizado a este pequeño pueblo desde la segunda mitad del siglo XX.
Me inicié en el teatro desde un escenario, con vocación de actor. Un teatro frente a mi casa (el Teatro Sanbar) en el que jugar al principio, y el deseo irracional de pisar sus tablas y obtener el aplauso del público después. Así que empecé a hacer teatro sin saber nada de teatro. No tuve relación con el Teatro Universitario ni con la antigua Escuela de Arte Dramático de Murcia. Tampoco con ninguna otra compañía teatral. Por lo que afirmaré que, los alquiblas primigenios nos iniciamos “desde el sudor”: cargando y descargando furgonetas, montando escenografías y focos, realizando los decorados, conduciendo kilómetros y kilómetros… Sudor y diversión como características estéticas; no digo que sea la mejor escuela, pero ha sido la mía.
Antes del 84, en Murcia, el teatro lo hacían César Oliva, al frente del Teatro Universitario de Murcia y de la que fue primera compañía profesional Julián Romea, desaparecida en el 83, y Antonio Morales con La Bella Aurelia. Por circunstancias y por edad, no fui espectador de ninguno de sus espectáculos, pero eran los hombres más influyentes de la escena murciana.
Iniciada la década de los ochenta, la región contaba con una veintena de grupos de teatro, y en el Festival de San Javier del 84 se realizó el estreno de Vivir, para siempre vivir de Lorenzo Píriz-Carbonell por la compañía Tespis y La Verbena de la radio de Antonio Morales por La Bella Aurelia.
1. El Teatro Sanbar, ubicado en el nº 1 de la calle Doctor Agustín Ruiz, sigue existiendo, pero con un uso bien alejado del que fuera concebido: tras eliminar las butacas de platea y abrir una puerta lateral para acceso de vehículos, se convirtió en un parking privado. Todo un lujo.

EL ORIGEN DE ALQUIBLA

A finales de 1983 Esperanza Clares y yo decidimos crear un grupo de teatro, al que Esperanza bautizaría como al-qibla (del ár. hisp. alqíbla, y este del ár. clásico qiblah), término árabe que significa el punto del horizonte que se tiene enfrente, el mediodía, o lugar de la mezquita hacia donde los musulmanes dirigen la vista cuando rezan. Genéricamente significa dirección. Es también el punto o lugar del horizonte o la mezquita señalando la dirección hacia La Meca. Pero alquibla es también el nombre que en la Edad Media se dio a la acequia Mayor del Mediodía desde la Contraparada y Aljucer, y que partía de esta población para regar las áreas más meridionales de la Huerta, como son La Alberca, Algezares, Los Garres y Beniaján, y  que corre paralela al Regerón por su margen izquierda para terminar en el azarbe de Beniel.
Para el primer montaje invitamos a Lola Martínez, Jesús Belmonte, José Antonio Liza e Isabel Clares y poco después se añadirían Inmaculada Illán, Encarna Illán (hijas del poeta y actor Alfonso Illán) y el técnico Pedro Pujante.
El 23 de junio de 1984 Alquibla Teatro estrenaría su primer espectáculo: En un café de la Unión… del recientemente fallecido artista polifacético Luis Federico Viudes.
Desde ese día, hasta el 23 de junio de este mismo año habrán pasado justo 25 años. Una trayectoria que, prestada de las estructuras shakesperianas, se ha dividido en cinco partes:

PARTE I. 1984 – 1989 Luis Federico Viudes o la farsa musical.

1984 EN UN CAFÉ DE LA UNIÓN de Luís Federico Viudes
1985 LOS AMANTES DE BENIEL de Luís Federico Viudes
1985 YAMILÉ de Lorenzo Píriz-Carbonell
1986 ¡¡¡OCHENTAMANÍA!!! (Historias de rock y amor) de Antonio Saura
1988 FUERA DE QUICIO de José Luis Alonso de Santos
1988 CONTRA LUJURIA de Luís Federico Viudes
1989 ATIKO K

<<Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles>>
Bertolt Brecht

Nuestro modelo de compañía era el Dagoll Dagom de Glups! (acabábamos de verlo en el Teatro Romea de Murcia), un espectáculo que sin duda marcó a toda una generación. Pero necesitábamos encontrar nuestro propio estilo y a ello nos ayudó, y mucho, la figura de Luis Federico Viudes, con el que mi compañera Esperanza Clares mantuvo una intensísima amistad a lo largo de muchos años. Tres de los espectáculos de esta etapa salieron de su pluma.
De la mano de Viudes conocimos al “todo Murcia teatral”, incluyendo a Lorenzo Píriz-Carbonell y su Yamilé, a modo de musical americano.
Tras Viudes y Píriz, llegó el primer Shakespeare; un espectáculo que tuvo por objetivo dirigirse al público más joven, con estética de concierto de rock&roll.
Al principio desconocíamos el repertorio y los autores, el mercado y los mecanismos de distribución; presentábamos los montajes en espacios y plazas inadecuados, sin posibilidades lucrativas y una lógica precariedad de medios. Pero en poco más de dos años nos habíamos convertido en un grupo de bolos regionales. Hacíamos muchos y conectaban de forma contundente con el patio de butacas, porque éramos jóvenes entregados al juego con una enorme capacidad de divertir divirtiéndonos; un teatro de evasión que ocupaba nuestro tiempo de ocio, pero que, sin ser conscientes, se fue convirtiendo en nuestra forma de vida (y por tanto nuestra profesión). Nunca fuimos un grupo aficionado.
A finales de 1987 habíamos realizado las primeras salidas de Murcia. Los peores recuerdos de aquella época son los muchos bolos en fiestas de pueblo entre junio y septiembre; Murcia tenía enormes problemas de infraestructuras culturales. Los mejores espacios eran las aulas de cultura de las cajas de Ahorros, especialmente las de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, donde trabajábamos bastante. El primer telón de verdad que la compañía sube y el primer Teatro con mayúsculas que pisamos fue el Cervantes de Abarán.
En agosto de 1988 Esperanza Clares y yo creamos la sociedad limitada D.A.D.O. Producciones Teatrales, S.L., que daría forma fiscal a Alquibla Teatro. Este año supuso el gran salto a las “nóminas” y nuestra inmersión en el apasionante mundo de las cotizaciones a la seguridad social. Es el momento de Fuera de Quicio de Alonso de Santos.
¡Contra lujuria! de Viudes, se estrena en el Corral de Comedias de Almagro, presentándose a continuación en el Festival de Molina de Segura. Los medios de comunicación regionales recogen extensamente el momento dulce en el que se encuentra la compañía. Participamos en el Certamen Ciudad de Murcia, celebrado en el Teatro Romea. Es la primera vez que subimos el telón de la que sería “nuestra casa” desde ese momento, y en el que habíamos visto a los grandes de la escena española. Y lo hicimos también a lo grande, pues todos los premios recayeron en Alquibla, como presagio de su fructífera carrera.
A finales del 88 la compañía ya integraba –por méritos artísticos y empresariales- la nómina de las compañías profesionales de la región, junto a Teatro del Viaje, Tespis y Arena.
En 1989 nos presentaríamos en las temporadas de inauguración de dos teatros emblemáticos de la región de Murcia que habían estado cerrados por reformas: el Teatro Romea de Murcia y el Teatro Guerra de Lorca. Desde este momento, la prensa regional comienza a recoger el salto cualitativo y cuantitativo de la compañía. También es el momento en el que iniciamos nuestra primera gira nacional, visitando más de veinte ciudades.
Pero estábamos en <<la periferia de la periferia>> -que ha escrito sobre la compañía Carlos Gil-, luchando contra modas y programadores, y construyendo lentamente el escenario cultural que la región precisaba, junto a Esteban Egea (entonces Consejero de Educación y Cultura).
La década concluyó con el final de una etapa, la más frívola, en la que el humor presidió triunfante cada uno de los espectáculos; un teatro lúdico y próximo a nuestras raíces populares.

PARTE II. 1990 – 1993 Brecht o el teatro político

1990 013 VARIOS: INFORME PRISIÓN de Rafael González y Francisco Sanguino
1990 WOYZECK de George Büchner
1991 BAAL de Bertolt Brecht
1992 RAPSODIA A FULANO DE TAL de Antonio Saura
1992 ESTOS FANTASMAS de Eduardo de Filippo
1993 DELIRIO DEL AMOR HOSTIL de Francisco Nieva

<<Esta es la única posibilidad: no perder de vista los juicios de Artaud, Meyerhold, Stanislavsky, Grotowsky, Brecht, y luego compararlos con la vida del lugar concreto donde trabajamos>>
Peter Brook
           
Entre 1984 y 1989 la compañía había realizado más de cuatrocientas representaciones. Nos estábamos formando y lo hacíamos desde el escenario. Si al principio los fundamentos del grupo eran “espontaneidad y diversión”, comenzamos a transformarlos y sustituirlos por “compromiso y sufrimiento”, conceptos que nos enseñaron a llorar y, poco después, nos abocaron a la poesía, a la preocupación por el hombre, y, lo peor de todo, al interés por la política.
Desde hacía tiempo mi cabeza estaba alejada de la farsa musical o al menos, próxima a la búsqueda del equilibrio entre la diversión y algo más serio. Estaba ávido de estudio y de puesta en práctica de lo aprendido.
A finales de 1989 fallece Beckett, nació mi hija Alba y cayó el muro de Berlín. Todo el mismo año. También fue el momento en el que sentí la necesidad de asimilar teóricamente lo que hacíamos. Nunca antes. De forma brusca, de la mano de Brook, buceé en Brecht, Artaud, Kantor, Beckett, en la Ética y Estética del discurso teatral, releí a Stanislavski, Meyerhold y Grotowski y todos los tratados de los grandes directores de escena, con otra mirada: la del compromiso político y social. Surgió en mí una nueva deontología que, sin duda, tenía una fuente de inspiración: la mirada atenta a las enseñanzas de Bertolt Brecht.
Lo que aprendía quedaba manifiesto no sólo en cada espectáculo, sino en cada uno de los bolos que realizábamos. Cambié el discurso estético y empresarial, nuestra forma de enfrentarnos al público, al mercado, el tipo de publicidad y el modelo de producción de la compañía. Dejamos de ser un grupo de amigos y los repartos surgirían de casting y talleres y nuestra relación con los actores comenzó a ser laboral primero y artística después. Excepción a la regla, el equipo que formábamos Esperanza Clares, Lola Martínez, Alfredo Zamora y yo mismo.
 Aún con una insultante e inocente juventud (veinticuatro años) surgen en mí “otras necesidades” que, sin duda, no eran las de la compañía -en un sentido empresarial- ni tan siquiera las que correspondían a mi formación (autodidacta y de arraigadas raíces populares). Sin ser consciente, descubrí que en mis espectáculos siempre hablaba del hombre, aunque el tono de comedia que utilizaba le restase trascendencia.
La compañía había pasado en cinco años de ser un grupo de jóvenes apasionados a ser una de las más apasionantes trayectorias teatrales de la región. Un modelo que se empezó a estudiar y a copiar, y comenzó a formar parte activa en foros culturales, que no dejaban de ser plataformas reivindicativas de políticas teatrales para la región (Coordinadora de Compañías de Teatro de la Región de Murcia, Mesa de los Profesionales de la Región de Murcia y finalmente la Plataforma por la Cultura, germen del actual Foro Ciudadano), hasta la llegada de MurciaaEscena en 2002.
En esta nueva etapa mucho tuvo que ver Esteve Grasset, llegado a Murcia de la mano de Enrique Martínez, dirigiendo a Arena Teatro. Sus espectáculos nos marcaron y en poco tiempo se convirtió en una de las referencias del teatro contemporáneo a nivel internacional. Aunque hubo interesantes intentos, nadie consiguió en Murcia coger el testigo de sus enseñanzas.
Y en eso estaba: en la necesidad de modificar la mirada del espectador sobre la vida y compartir con él mis preocupaciones, convertido en un agitador de conciencias, con una loable aspiración de crear un teatro de acción progresista frente al conservador; la ilusión utópica de un teatro que generase una participación activa por parte del espectador, y que diese un paso adelante en cuanto a la ética y estética de la compañía: un teatro del compromiso social y político. Es un nuevo desafío: el éxito no es el objetivo, sino conmocionar e intentar despertar una conciencia crítica en el espectador.
Comencé a realizar espectáculos con esa nueva estética, para los que precisaba nuevos espacios y nuevos públicos, que ya no correspondían al anterior mercado de la compañía; precisaba de un buen público, de acuerdo con el modelo de público para el que uno desearía trabajar. También soñaba con el espacio en el que representar los espectáculos: sala negra, multifuncional, con capacidad para cambiar la disposición del espectador, equilibrio entre el espacio escénico y la sala, con grada para ver el espectáculo en plano inclinado de arriba abajo. Dos espacios reunían aquellas características: la Sala Claramonte, que creó César Oliva, y la Sala Casablanca, que Arena Teatro abría en Alcantarilla. Diecinueve años después ninguna de esas dos salas existe. Posiblemente el Espacio 0 del Centro Párraga sea lo más parecido a lo en aquel momento soñé.
En esta etapa experimenté un divertidísimo alejamiento-aproximación importante en mi formación y madurez como hombre de teatro: me alejé del público, de forma radical, y me aproximé a la crítica y a la profesión. Descubrí el placer perverso de que cuanto más gustaba a compañeros y críticos, más me alejaba de los espectadores. O al menos de los espectadores que nos seguían hasta ese momento. Esto me sirvió para descubrir al otro público, minoritario dentro de un arte tan minoritario, pero al que tampoco quise nunca perder. Y lo más importante, cuanto más me decían los programadores que lo que yo hacía era la gran revolución que necesitaba esta región, menos programaban mis espectáculos en sus teatros, alegando que no tenían público para esas estéticas.
Los ensayos también eran distintos: el fin último no era la creación de un espectáculo, sino el propio proceso de creación. El objetivo prioritario no era el público, sino nosotros mismos, ante la constatación de que no teníamos un público al que dirigirnos.
Y cuanto más felices éramos, menos bolos hacíamos. Pero los que hacíamos eran de absoluto prestigio. ¡¡¡Vaya cinco años de saciar vanidad y pasar hambre!!!
En mi pueblo me retiraron el saludo (y la admiración, si es que alguna vez fue sincera). Ahora éramos profesionales y modernos.
Un dato curioso: nos alejamos del público y nos aproximamos a las subvenciones públicas. Otra perversión.
En una línea ascendente de niveles de producción, con Woyzeck conseguimos el mayor presupuesto hasta el momento. Primera vez que la compañía recibe ayudas a la producción y gira del INAEM del Ministerio de Cultura (con el murciano José Manuel Garrido Guzmán como Director General), de la Consejería de Educación y Cultura y la coproducción con el Festival de San Javier. Y gracias a ese apoyo la compañía pudo realizar su proceso de ensayos más relajado y fructífero, obteniendo los mejores resultados artísticos hasta el momento.
Durante toda esta nueva etapa fuimos constantes animadores del panorama teatral murciano y nuestros espectáculos comenzaron a ser esperados cada vez más con absoluta expectación.
Pero llegó la España del 93: un desierto en el campo cultural.


PARTE III. 1994- 1999 Beckett o las comedias amargas
1994 ESPERANDO A GODOT de Samuel Beckett
1996 AUTO de Ernesto Caballero
1997 LAS REINAS DEL ORINOCO de Emilio Carballido
1999 PASO A NIVEL de Fulgencio M. Lax
           
<<Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre (…) Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor>>
Samuel Beckett
Así llegamos a 1994 con nuestros diez añitos de existencia, convertidos en una de las compañías profesionales más veteranas de la región, en el más desolador panorama cultural, nacional y regional, tras la locura de la Expo.
La pérdida de inocencia y el desencanto caracterizó la apertura de esta nueva etapa de Alquibla.
Entre 1994 y 1999 abrimos un período de homenaje a Samuel Beckett, marcado por mi encuentro con el dramaturgo Fulgencio M. Lax, que he denominado Comedias amargas, fundamentalmente por el sabor agridulce que provoca el contraste entre el humor y ternura del que están impregnados sus personajes y el sabor amargo que quedará en la boca del espectador, ante el final trágico que les depara el destino. Pero también es la definición de un modelo de producción que buscaba el equilibrio entre un proyecto artístico y su correspondencia en el mercado: adecuación del repertorio a las personas que conformaban los repartos de la compañía, búsqueda de textos que tuviesen un reducido número de personajes, ajuste escenotécnico al mediano/pequeño formato para que accediesen a todo tipo de espacios, el mercado nacional como objetivo comercial, y el humor, sin rendirnos, ni por un instante, a lo gratuito ni al aplauso fácil.
 Lejos estamos ya de concebir el proceso como lo más importante. Maduramos aprendiendo que el fin último siempre es el espectador: realizar la ceremonia de la representación en un espacio y un tiempo determinados, en donde cada actor interpretase su personaje en acción, comunicándose contundentemente con el patio de butacas. Esta es la esencia del Teatro: un acto de comunicación vivo, que nace en cada representación, se desarrolla en ella y muere tras finalizar esta.
Esperando a Godot se convirtió en uno de los momentos clave de la ascendente trayectoria de la compañía: colgamos por primera vez en el Teatro Romea el cartel de “no hay localidades”.
En 1998 la compañía se presenta por vez primera en Madrid con el espectáculo Las Reinas del Orinoco de Carballido, con un importante éxito de crítica y público.       Desde este momento, la presencia en el mercado nacional de los espectáculos de Alquibla, comenzó a ser habitual.
Con una divertida mirada al nuevo milenio que M. Lax y yo meteríamos dentro de un Renault-4, cerramos nuestra etapa más “amarga”.

1995 – 1996 DOS EXCEPCIONES
1995 ANTONETE GÁLVEZ de Lorenzo Píriz-Carbonell
1995 CUENTO DE INVIERNO de William Shakespeare
Dos coproducciones, de gran formato, realizadas con Tespis y Escuela Superior de Arte Dramático, respectivamente, que, dada la escasez presupuestaria de la precaria política cultural, a caballo entre dos gobiernos de distinto color político, no tuvieron la repercusión merecida.

PARTE IV. 2000 – 2003

2000 EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO de William Shakespeare
2003 BODAS DE SANGRE de Federico García Lorca

<<Sin un elemento de crueldad en la base de todo espectáculo, no es posible el teatro. En nuestro presente estado de degeneración, sólo por la piel, puede entrarnos otra vez la metafísica en el espíritu (…) Si hacemos teatro no es para interpretar obras, sino para llegar a que todo lo que hay de oscuro en el espíritu, de soterrado, de no-revelado, se manifieste en una especie de proyección material, real. No tratamos de dar, como se ha hecho hasta aquí, como ha sido siempre en el teatro, la ilusión de lo que no es, sino al contrario, hacer que aparezcan ante la mirada cierto número de cuadros, de imágenes indestructibles innegables, que hablarán directamente al espíritu>>
Antonin Artaud

La madurez artística, la consolidación empresarial y de mercado, la estabilidad de la compañía, el acceso al repertorio, el control de medios de producción (adquisición de la NAVE de Alquibla de 500 metros cuadrados en el Polígono Industrial Oeste de San Ginés-Alcantarilla, camiones y furgona propios para desplazamiento de escenografías, equipos técnicos y repartos), el acceso a las primeras coproducciones de la Consejería de Educación y Cultura y la colaboración del Auditorio Municipal de Cabezo de Torres para la realización de ensayos, certificaron la máxima murciana de “con buen pijo bien se jode”. Todo ello sumado a la asimilación de nuestras raíces mediterráneas hizo fluir en la compañía los dos espectáculos más entrañables de nuestra trayectoria.
A la aparición de Angel-Luis Pujante y José Ramón Fernández, se sumó la complicidad del mar Mediterráneo, aunando compromiso ético y riesgo estético desde la variedad de géneros y pensando en la pluralidad de públicos y espacios, dando rienda suelta a nuestras emociones que lanzamos hasta el patio de butacas, para recoger, en la escena, el “maná” de los aplausos, a partir de dos inolvidables espectáculos: El sueño de una noche de verano y Bodas de Sangre.
Un triunfo absoluto para la compañía, pero especialmente, un triunfo del teatro de la emoción.
Ambos estuvieron programados durante tres temporadas, recorriendo gran parte de la geografía nacional, y propiciando el salto internacional de la compañía. Premios, nominaciones, llenos hasta la bandera, sorprendentes taquillas, localidades agotadas, temporadas en varios teatros, críticas extraordinarias y una fidelización de público no conocida hasta el momento por Alquibla fue el menú que saboreamos.
 Locura y amor y Deseo de venganza y odio son ideas que nos acompañaron durante seis años.
<<Nunca dos espectáculo nos ofrecieron tanto ni nos despojaron de tanto. En cada representación, una y otra vez, nos ofrecían la vida y nos la arrancaba con furia>> me confesó en una ocasión Esperanza Clares.


PARTE V 2004 2009 Teatro de la Justicia
2002 EL FANTASMA DE CÁNTERVILLE de Oscar Wilde
2004 LAS BODAS DE FÍGARO de Beaumarchais
2005 EL DÍA MÁS FELIZ DE NUESTRA VIDA de Laila Ripoll
2006 ORESTÍADA. Cenizas de Troya Esquilo / Sófocles / Eurípides
2008 LAS AMISTADES PELIGROSAS de Choderlos de Laclos
2009 TARTUFO de Molière.
<<El deseo de cambiar la sociedad, de obligarla a enfrentarse con sus eternas hipocresías, es una poderosa fuerza motriz. Fígaro, Falstaff o Tartufo satirizan y revelan la realidad mediante la risa, y el propósito del autor es lograr un cambio social>>
Peter Brook
 
La utopía de cambiar la sociedad, juzgando los hechos humanos y haciendo reflexionar al espectador sobre cuestiones intemporales como la justicia pero, sobre todo, de la injusticia social, la arrogancia de las sociedades y los países, el deseo de venganza, el abuso y la ambición de poder, los aires de revolución, la decadencia moral de la sociedad, la represión, los estragos de la religión, la memoria histórica, la mirada perdida… definieron la ética de la compañía en este último período. Grandes contenidos para el momento de mayor perfección formal de los espectáculos de la compañía.
Cinco ideas han sobrevolado esta última etapa:
¡Malditos americanos! El Fantasma de Canterville, una divertida y terrorífica visión de la América de Busch, que a nivel empresarial, ha resultado uno de los más rentables de cuantos hemos realizado, al conseguir concentrar el mayor número de representaciones en el menor tiempo posible y uno de los de mayor porcentaje de ocupación de sala (con continuas “agotadas todas las localidades”), con unas suculentas taquillas.
¡Revolución! Las deliciosas y exquisitas Bodas de Fígaro, comedia escrita en un momento y un lugar en el que se comienza a escribir la Historia Contemporánea: la Revolución Francesa.
¡Represión! En nuestro día más feliz de nuestra vida, todavía hoy en programación, recorriendo los teatros y festivales del país, y que arrasó en la última edición del Festival de Miami.
¡Justicia! Mi proyecto personal más ambicionado y el es más ambicioso espectáculo de Alquibla, Orestíada, que pasó triunfal por Mérida, y que “comenzó en un día de violencia”.
¡Tormenta! Revisión de las epístolas de Laclos, Las amistades peligrosas, a través de un recorrido desde la frivolidad hasta la destrucción.
Y nos queda por último ¡Hipocresía! Reservada para la fiesta final del aniversario de Alquibla: Tartufo de Molière, que estrenaremos en el Festival de San Javier.

EPÍLOGO

En Alquibla hemos madurado. Nos hemos formado técnicamente, con entrega al estudio y la investigación, y a través del entrenamiento, hemos imbricado oficio y talento y lo hemos experimentado a través de miles de bolos y cientos de miles de espectadores.
Por ello ya no existen retos imposibles, y por ello los actores y actrices de Alquibla hace ya años que tienen la madurez exacta para interpretar cualquier personaje.
Y yo personalmente, ya no tengo retos que me intimiden.
Madurez e inconsciencia.
He sido feliz en este largo recorrido, y con mis actrices y actores estoy en “calma y paz”. Gracias a ellos, hemos obtenido los extraordinarios resultados de nuestra trayectoria.
Porque la calidad de una trayectoria, se mide por encima de los mejores o peores resultados de un espectáculo, pero nuestro nivel de felicidad, nadie lo puede medir. Y mis compañeros de Alquibla y yo mismo nos sabemos ¡unos privilegiados!
Hoy somos compañía concertada con la Consejería de Cultura. Una reivindicación histórica y “de justicia” que ha llegado con muchos años de retraso, con respecto a las políticas teatrales punteras del país. Pero por fin es una realidad, gracias a la sensibilidad e interés por el teatro de Pedro Alberto Cruz, Consejero y, sin embargo, amigo.
La compañía ha alcanzando el reconocimiento nacional, confianza en programadores de Teatros y Festivales, un público al que hemos conseguir fidelizar y el respeto de la profesión. Y nos hemos convertido en un referente en lo artístico y empresarial para otros tantos compañeros, a través de la proyección más allá de nuestras fronteras, que es el único camino que tiene el teatro en nuestra Región.

El Teatro es un arte vivo, colectivo, itinerante y efímero.
Un arte que puede cambiar el mundo.
Un espacio de libertad.

Antonio Saura
Director de escena
Director artístico de Alquibla Teatro
Murcia, 23 de junio de 2009

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