Fulgencio M. Lax, tras el estreno de «No me falte el aire»

No me falte el aire es la segunda parte de la Trilogía del Camino. Ya en el 2022 se estrenó la primera Mi cuerpo será camino y, en 2024, está previsto el estreno de la tercera Lo más hermoso todavía

<<La obra nos sitúa ante una juventud que transita la treintena y se marcha de casa. A través del personaje de Julia, nuestra protagonista, conocemos las historias de otros dos jóvenes, Álex y María. En una búsqueda de su identidad, a los tres les acompaña su pasado, el de las historias de otros que ya debieron enfrentarse a esos caminos en su juventud: Julián-La Lana, homosexual que escapa del pueblo para liberarse en una Barcelona disidente de los setenta; el de Marga, asumiendo que su vida la desea en el pueblo y no en la gran fiesta liberadora de la democracia de la Movida de los 80 en Madrid; o el de Paco, que nos habla desde el tiempo de la tierra y el campo y nos invita a que se borren los idealismos y trabajemos por el mundo que deseamos para vivir. >> (Reproducimos el argumento del dossier porque coincidimos en todo).

Personajes protagonistas: JULIA Nadia Clavel; ÁLEX José Ortuño; MARÍA Cristina Aniorte; MARGA Esperanza Clares; JULIÁN Pedro Santomera; PACO Julio Navarro.
Ficha artística: Diseño de escenografía y diseño del cartel Fernando  Caride; Diseño de iluminación y espacio escénico Antonio  Saura; Diseño de vestuario María Alemán; Diseño gráfico y comunicación Divina Palabra; Fotografía Joaquín Clares; Asistente de fotografía Carlota Kristensen; Vídeo promocional Twin Freaks Studio
Dirección de Antonio Saura. 

NOTAS PARA UN CAFÉ
Fulgencio M. Lax

El teatro es una forma de expresión artística que tiene muchas caras y todo depende de la forma en que el artista lo entienda para que se oriente en una u otra dirección. Pero lo que es indudable es que si lo definimos como una de las formas de expresión que define la sociedad a la que pertenece, este texto se sitúa en pleno centro de esta definición toda vez que habla de nosotros, de nuestra historia, de lo que nos sucede y de lo que sentimos. Nos desnuda delante del espectador al mismo tiempo que es un camino de reflexión sobre nuestra mirada torcida, sobre nuestros deseos, nuestras frustraciones y sobre lo que, en realidad, es el éxito. 
Alba Saura nos coloca, con su dramaturgia, en una línea trasversal que recorre la historia imbricando a distintas generaciones. Su literatura nos abre una ventana por la que nos asomamos y vemos nuestra propia historia llena de aciertos, dificultades y fracasos. 
En No me falte el aire los personajes se lanzan a una búsqueda continua del camino del éxito y que esperan encontrar en la ciudad.  La dramaturga nos lleva de la mano, por medio de la belleza de un lenguaje que nace del dolor y la consternación, a mirar cómo la soledad se va instalando en todos los rincones. 1970, 1980, 1990, 2000 hasta el 2023. Trabajos miserables e insuficientes, alquileres desorbitados, gastos de supervivencia impagables, relaciones personales ausentes hasta el punto de que no conocemos al que sufre una fuerte depresión en la habitación de al lado. Ansiedad sobre ansiedad y mucha frustración.
En este recorrido nuestros personajes se miran unos a otros, miran hacia adelante y hacia atrás recorriendo generaciones y van viendo cómo han sido traicionados por esa búsqueda del éxito. Hoy, en 2023, alcanzar el éxito no es necesario para tener éxito. El triunfo llega cuando no se es devorado por la soledad y por el vacío y por la nada que cabalga trepidante en una sociedad donde el tiempo está al servicio de un éxito traicionero. El personaje de Julia tiene un monólogo final demoledor y del que extraemos tan solo unas frases muy significativas: <<Todo el tiempo confiando en que lo voy a lograr. Dejad de apoyarme. Dejad de decirme que estáis conmigo, que voy a triunfar… ¿Y si no puedo? Y yo no sé cómo fracasar más… fracasar muchísimo más para darme la hostia definitiva y entonces saber qué hacer con mi vida.  …  Sentir que no estoy sola y pensar que quizás eso se todo: no estar sola para que no me falte el aire>> 
El texto es de una profunda complejidad porque la acción se muestra en una multiplicidad de espacios y en una continua transición de tiempo, espacio y personajes. Esta es una característica que ya encontramos en el anterior texto Mi cuerpo será camino. Antonio Saura resuelve con maestría dotando a la escena de un especial dinamismo que favorece la atención del público y, sobre todo, el fluir de una complicada acción dramática. La mirada del espectador no es estática y se mueve continuamente por el escenario, dejándose arrastrar por el personaje, por la expectativa y por el propio desarrollo del espectáculo. La propuesta maneja, fundamentalmente, dos espacios distintos de realidad: La que contempla la propia acción dramática y la que afecta a la creciente ansiedad de los personajes, reflejada por la música y la expresión corporal de los actores.  
El tratamiento del espacio escénico podríamos calificarlo, en una primera instancia, de minimalista, pero atendiendo al desarrollo del espectáculo, a la pluralidad de espacios y a la rapidez con la que se suceden las escenas nos colocan ante una poliédrica figura que se va enriqueciendo conforme avanza la función. 
El actor es un eslabón dependiente, quizá el último antes de que todo salte del escenario al espectador, por eso su responsabilidad recoge todas las lecturas que se iniciaron con el autor, las expectativas de los ensayos y la tensión de la función. No es una obra fácil y se podría calificar de laberíntica para el actor por la complejidad de los personajes pero también por la pluralidad a la que se ven sometidos. La interpretación es de un altísimo nivel, necesario por otra parte por las continuas transiciones y cambios de personaje que, con una depurada técnica interpretativa, impiden que el espectador se afianza a férreas líneas de identificación. Esperanza Clares, Nadia Clavel, Cristina Aniorte, Julio Navarro, Pedro Santomera y José Ortuño forman un extraordinario elenco sobre el escenario. 
En definitiva, un espectáculo lleno de matices y referencias que no dejan impasible al espectador porque, él mismo, está sobre el escenario.