¡Eh, chicos, venga otro baile!, crítica de Antonio Arco

El estreno de ‘Mucho ruido about nothing’, un Shakespeare servido con música swing, confirma el gran trabajo llevado a cabo por los actores y músicos de Alquibla Teatro

Veamos: que ‘Mucho ruido y pocas nueces’, del todopoderoso Shakespeare, es una comedia deliciosa sobre los caprichos del amor, es incontestable. Como lo es, ¡me apuesto el cuello!, que leída gracias a la traducción de Ángel Luis Pujante es la mejor opción para disfrutar en español de esta exquisitez. Y más: que el personaje de Beatriz, tan borde como astuto como inteligente como deseoso de libertad como, finalmente, tan a merced de los caprichos del corazón como todo hijo de vecino, así de Stratford-Upon-Avon-Inglaterra como de Lobosillo-Murcia-España, es una de las mejores creaciones de personajes femeninos del genio inglés, no tiene discusión posible. Así es que, dicho lo cual, felicitemos de inmediato a la compañía murciana Alquibla Teatro: del primero al último, y tiro porque me toca, de cuantos han participado en el montaje -divertido, envolvente, agradable, adictivo, apasionadamente interpretado y con un resultado musical admirable-, de la bien trabajada versión teatral del clásico shakespeariano que Alba Saura ha firmado y titulado ‘Mucho ruido about nothing’.

Coproducido el montaje por el 50 Festival de San Javier, que dirige David Martínez con fiero entusiasmo, ‘Mucho ruido about nothing’ se estrenó en la noche del martes y quedó claro el enorme esfuerzo que ha llevado a cabo Alquibla para poner en pie una producción que, ¡gracias!, es puro teatro, puro espectáculo, puro entretenimiento salvífico sin tener que recurrir a atentado intelectual o artístico alguno, puro espacio que se nos ofrece a los espectadores -tan cerca, tan vivo-, en el que poder permitirnos soñar, reír, sonreír, recordar, desear, mover los pies, agitar el corazón, un poco la cadera, dejarte llevar por la música, por el ritmo, por el baile, por el juego… He aquí unos cómicos y unos músicos intentando lograr su cometido entregándose en el empeño: hacer feliz al espectador.

Sí, claro: la historia de parejas de enamorados, de celos, de venganza, de desengaños, de envidias, de egos desatados, de desenfreno amoroso, de guerra pacífico-eterna entre sexos, no está concebida para que salgamos del teatro, ni con ganas de invadir otra vez Polonia, ni de decapitar a María Antonieta [de Austria], ni de hacer la ‘Revolución de los claveles’, ni de marcharnos todos al Tíbet en peregrinación budista y a pie. No estamos ante ‘Revolutionary Road’ y el lado más amargo y destructivo del amor-desamor; ni ante ‘La visita de la vieja dama’ y el deseo de Dürrenmatt de que nos planteemos cambiar la sociedad a pecho descubierto; ni tampoco estamos ante una versión canónica representada por la Royal Shakespeare Company. Aquí de lo que se trata, propone Alquibla, es de gozar. Dejémonos llevar: por la sensualidad y la fiesta, por el atreverse a arriesgar por amor, por el deleite de dejarte caer en brazos del swing… No es ‘Mucho ruido about nothing’ un musical, es un montaje teatral con música, en perfecta sintonía músicos e intérpretes, a veces tan entregados estos últimos al baile, en el que también brillan, que llegamos a olvidarnos de la historia.

Años 40

Los diálogos mordaces y los juegos amorosos, el anhelo de disfrutar hasta del último segundo y el claro poderío de las mujeres de esta función, tienen lugar en el Mesina Jazz Club, años 40 y donde Alba Saura ha trasladado la acción. Allí, desde un atardecer cualquiera al amanecer del día siguiente, «se celebra una gran fiesta de ‘lindyhopers’, animada por el gran showman Jive y su banda The Coconuths. Y allí, felizmente, nos encontramos con Beatriz y Benedicto, en permanente y divertidísimo duelo, encarnados ambos personajes por unos estupendos Esperanza Clares y Julio Navarro; ella, con su punto a lo Betty Alexander Rizzo de ‘Grease’, a lo hermana mayor de la vietnamita Phoung en ‘El americano impasible’, y a lo ama de llaves de Manderlay; él, con un cachondeo encima, una gestualidad y una picardía entrañable que convierten su actuación en un ejemplo de cómo servir la mejor tradición española de comedia, a lo ‘Atraco a las tres’ de Forqué. Les siguen el juego, y mantienen muy bien el tipo, Lola Martínez dando vida a la Úrsula creada para ella, el cantante Coco Carmona -¡todo un hallazgo!-, Cristina Aniorte -¡otro feliz hallazgo!-, Pedro Santomera -a quien el director hace explotar quizá en exceso sus demostradas dotes para la comicidad-, Nadia Clavel, Alberto García Tormo y Javier Mula. Y en cuanto a la música -¡banda en directo de cinco grandes músicos!- y las coreografías, que Antonio Saura ha sabido manejar con acierto en su dirección de gran altura, pues eso mismo: una gozada que dura dos horas.