GROTESCA REPRESIóN Crítica de Marc Llorente

DIARIO INFORMACIÓN. Lunes, 10 de marzo de 2008.
MARC LLORENTE

CRÍTICA
GROTESCA REPRESIÓN "EL DÍA MÁS FELIZ DE NUESTRA VIDA"
Alquibla Teatro. Teatro Arniches de Alicante.

La obra quiere ser un reflejo de la España de los años 60 y de la de los 80. Lo consigue, sobre todo, en la segunda parte al plasmar la enfermiza represión religiosa patrocinada por el franquismo. "El día más feliz de nuestra vida", de Laila Ripoll, se refiere a dos vísperas. La de la boda y la de la Primera Comunión con unas trillizas que no duermen y muestran dudas o temores. Lola Martínez, Susi Espín y Esperanza Clares, del grupo murciano Alquibla Teatro, protagonizan los pasajes de la autora madrileña, uno de los nombres de la dramaturgia contemporánea. La compañía, nacida en 1984, trabaja para toda clase de espectadores y se mueve entre la tradición y la innovación. Una comedia amarga o tragicomedia con trazos costumbristas y arquetipos farsescos que pretenden emocionar y hacer reír ofreciéndonos ternura, cierta nostalgia, crítica y un toque de infantilismo, cuestiones observables en la interpretación de las tres. "El día más feliz de nuestra vida" empieza en la noche antes de contraer nupcias. Una es virgen, otra rechaza casarse con alguien a quien no ama y la tercera es el prototipo de "la movida" de los años 80, una de aquellas "chicas del montón" de Almodóvar. Escuchamos los secretos de cada joven y algunas referencias musicales de la época, etapa clave por la eclosión de la libertad. Los convencionalismos afloran y ciertos tópicos de la "década prodigiosa" adquieren relevancia posteriormente. Ataduras y tabúes que el régimen anterior impuso y que no son difíciles de reconocer. La educación del nacionalcatolicismo, añorada por los sectores más fundamentalistas, alcanza niveles esperpénticos con su obsesión por el pecado. Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca. Unas penitencias transformadas en sadomasoquismo y una formación dirigida a que las mujeres ejercieran las "labores propias de su sexo". Las canciones infantiles de entonces y los anuncios del coñac Fundador asoman también en la entretenida puesta en escena de Antonio Saura. La pieza de Laila Ripoll no es todo lo amplia y sólida que nos gustaría, pero invita al público a no quedar atrapado en la grotesca red de los viejos moldes.

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